Isidro Bautista Soriano

Todos debemos adaptarnos a vivir con el Covid-19, no a rehuir. Esa es y será la nueva realidad, para gobernantes y gobernados.

Los gobernantes, en sus tres niveles –desde el presidente, en este caso Andrés Manuel López Obrador, hasta el alcalde del municipio más pequeño– tendrán que modificar sus esquemas de trabajo como si fueran cirujanos en quirófano.

Llegará el momento en que ya no se podrá mantener a tanto empleado en casa y dejar de percibir ingresos por tener cerradas las cajas de cobro.

En casa o fuera de ésta hay riesgos de contagio, como en vacunados o no vacunados. Recuérdese que el propio López Obrador estuvo enfermo, al igual que varios gobernadores y el hombre más rico de México, aun cuando permanecieron en el interior de casi una burbuja, por cuidarse hasta donde pudieron.

Ya no será posible que una familia entera se quede sin comer por no salir; o el niño, bajo la almohada por no jugar, y el matrimonio, dormir en cama separada o no abrazarse.

Este virus no es el primero en aparecer y tampoco será el último mal que vendrá contra la humanidad. Hace más de 30 años surgió el sida, y de inmediato aterrorizó al mundo, y sigue siendo una enfermedad sin cura, y el bicho, al acecho. El remedio: el condón o hacerlo en pareja, o de plano, no hacerlo.

El que se quedará en casa es este virus chino, y simplemente habrá que aprender a lidiarlo como a un toro.

Si bien es cierto que el Estado mexicano tiene la obligación constitucional de velar por la salud pública, con la dotación de medicinas, médicos y hospitales, y la difusión de la cultura de los cuidados, finalmente no podrá traer a los gobernados siempre de la mano, como a un niño; es decir que cada quien será responsable de su posible contagio.

Triste realidad, esta nueva normalidad. De momento ha pasado como el problema número uno del orbe, y por lo consiguiente, el principal foco de atención, al que se tiene que destinar el mayor número de recursos posibles en materia de prevención y hospitalización.

Vaya paquete que le espera concretamente a la hoy gobernadora electa de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, con este virus que crece más como tsunami que como ola. Hay confianza en que sabrá lidiar con la situación. Todos a tomar más conciencia para tener el dominio bajo control, como dice la frase bíblica… de estar en el mundo sin ser del mundo. n

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