Isidro Bautista Soriano

Que el año 2022 sea de realidades para Guerrero con la llegada de su nuevo gobierno. Imposible, claro, hacerlas en un tronar de dedos. No se trata de pedir que la 4T se convierta en la lámpara de Aladino o en una varita mágica.

Imagínese cuándo, pues, acabar con la corrupción como el peor lastre de México, pero sí que se vea algo, algo, con lo que demuestre su determinación de combatirla con hechos, no de retomar su palabra como eslogan, y vaya eslogan, certero y oportuno como la piedra que tiró David a Goliat; sí, Goliat ejemplificado como el gigante o imponente PRI, llamado por décadas como la aplanadora, porque no se le podía vencer.

Sí, esa palabra de sólo tres sílabas sirvió en la boca de Andrés Manuel López Obrador para hacer del PRI lo que David: acabarlo.

La sociedad espera mucho de la 4T. Entiende que en estos primeros dos meses y medio transcurridos desde su llegada, con Evelyn Salgado Pineda al frente, como gobernadora, han sido de reacomodo.

Presidentes del país, gobernadores y presidentes municipales han saqueado al pueblo con impunidad total, y siguen siendo millonarios. ¿Qué alcalde, por ejemplo, de La Montaña, no se ha hecho rico, sin importarle que se trate de la región más pobre de Guerrero, y no han hecho absolutamente nada?

¿Qué funcionario no ha robado, o de qué partido político no ha robado desde un cargo público? ¿hay algún partido político exento de corrupción? ¿quién no ha llegado al gobierno o al Estado —llámese Legislativo, Judicial o Ejecutivo— para hacerse rico, robando?

La gente dice: “ya basta del PRI. Ahora que roben otros”. Pero la cosa es que la palabra corrupción anda de boca en boca, dentro y fuera de oficinas públicas y en campañas políticas.

Y también se refleja en la delincuencia, que se ha convertido en una bola de nieve, incontenible, y que tiene sometidos también a gobiernos estatales y municipales cada vez más.

¿Cómo, pues, acabar con tantísima corrupción? que, desde luego, incluye a los de abajo. No vamos lejos, ¿cuántos empleados hay sin vicios? ¿cuántos hay a los que no se les puede sacar ni la tarjeta amarilla porque amenazan con paros, bloqueos o la destitución de quien intenta meterlos al orden administrativo?

Son vicios, claro, creados sexenio tras sexenio o trienio tras trienio, y ante la cual, los remos de las regatas no son jalados parejos para llegar a puerto.

La hoy gobernadora, desde su campaña electoral, de apenas treinta días, con el hecho de sólo verla, inspiró confianza, inspiró honestidad, que nunca vieron en los otros partidos políticos en contienda.

Por eso ganó. Mario Moreno Arcos no pudo con la lápida de corrupción que cargó, como candidato a gobernador, en su espalda con las letras del PRI, que de plano lo dejó en vértigo, y de lo que no da trazas de reponerse aún, pues eso se evidencia en el número de likes de su face, al preferir andar en eventos sociales que con oferta política de una oposición crítica.

Este gobierno, y todos los ayuntamientos de Guerrero, deben pensar y actuar con la cabeza fría. Es cierto que, con la colocación del semáforo verde, hace aproximadamente tres meses, la gente puso fin al Quédate en Casa, y anda distraída con cualquier cosa, harta del encierro. Está ávida de circo, maroma y teatro, pero al rato querrá ver una película de la vida real.

Por fortuna, no pasó a mayores el suceso de que un comando de alrededor de cien hombres armados, rescató de las manos de la policía del estado a dos individuos que ésta había detenido infraganti en Chichihualco, cabecera del municipio de Leonardo Bravo, a menos de 45 minutos de la ciudad de Chilpancingo, por carretera.

Acontecimientos como ése podrían suscitarse en cualquier momento y en cualquier lugar. Nunca había permanecido la hoy Fiscalía General del Estado de Guerrero tanto tiempo sin titular, aunque la sociedad estuvo distraída entonces con el número récord de 44 aspirantes como un juego de será melón o será sandía.

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