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Articulos El Guerrero 25 abril, 2022 (Comentarios desactivados) (183)

Obispo Rangel, al final, humano

Isidro Bautista Soriano

Culminó para el catolicismo la Semana Santa, a decir, en sus redes sociales, de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, como “el momento litúrgico más intenso de todo el año”, con la máxima de que sólo el Dios Padre es perfecto, y que por lo tanto, el humano es falible, como se percibió, a simple vista, al obispo Salvador Rangel Mendoza en la misa de la institución de la eucaristía en su Iglesia, la cual ofició en el Zócalo de Chilpancingo.

A dicha semana, agregó el lunes 11 de abril pasado, se le llamaba en un principio “La Gran Semana”, y a sus días, días santos, y comenzó con el “Domingo de Ramos” y terminó con el “Domingo de Pascua”.

Señaló en un texto relativamente extenso que “vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados”.

“Lo importante de este tiempo –aclaró– no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros”.

Ya en su homilía, Rangel Mendoza, tres días antes de retirarse del cargo para ser relevado por José de Jesús González Hernández, en la misa del jueves 14 expresó que “cuando se consagran el cuerpo y la sangre de Jesús, uno dice: éste es el misterio de nuestra fe”, refiriéndose al pan y al vino de la última cena del Hijo de Dios, compartida con sus discípulos.

“Se habla de la fe –añadió– para que tú creas que Cristo está ahí (refiriéndose otra vez seguramente al pan y al vino), para que tú lo aceptes, porque si no tienes fe, de nada sirvió que Cristo esté presente. Si el Espíritu Santo hizo que Jesús estuviera presente, de nada sirve si tú no lo acoges en la fe”.

Dijo incluso que “sin fe es como si estuvieras comiendo una galleta María, no el cuerpo del Señor”, y por lo tanto, manifestó ante cientos de seguidores sentados y parados, en una ceremonia aceptablemente organizada y transmitida en vivo en sus redes sociales, que “la eucaristía exige fe”.

Indicó: “cuando a Jesús le pedían un milagro, él decía: y ¿crees que lo puedo hacer? Sí, Señor. Pues, que se cumpla así como crees. Entonces, el efecto de la eucaristía va a depender de la fe que tengamos cada uno de nosotros”, insistió a sus 75 años de edad, por lo que emprendió la retirada de su misión católica.

Sin embargo, finalizó su intervención con esto: “Normalmente hoy se tenía el lavatorio de los pies, pero con ese azote del Covid, no me lo vayan a pegar, ni yo a ellos por andarles besando los pies. Bueno, a ver si ya el año que entra es mejor”.

Y aquí cualquier mortal podría preguntarse: y ¿dónde estuvo su fe? ¿no pudo haber dicho como aquella persona que ejemplificó cuando pidió a Jesús un milagro para que no se contagiara del Covid? ¿no pudo imaginarse que entonces el Señor le preguntaría que si creería que lo puede hacer, y que le diría también que se cumpla, pues?

¿Qué le diría al Hijo del Hombre si le preguntara: cumpliste mi voluntad de lavar los pies? le diría: no, Señor, porque le tuve miedo al Covid.

Cuando Dios le dijo a Abraham que dejara a su país, a los de su raza y a la familia de su padre para ir a una tierra para él desconocida, partió sin vacilar, y cuando el Padre le dijo a Noé: hazte un arca, éste no le puso pero, no le dijo: pero, Señor, aquí ni llueve o me tirarán de loco.

Tampoco Moisés puso pretexto cuando Jehová o Yahvé le pidió que levantara su cayado o bastón, y extendiera su mano para abrir el mar.

González Hernández, de 57 años, en un saludo hecho en las mismas redes sociales aseguró:

“Los quiero mucho. Espero demostrárselos poco a poquito. Somos imperfectos, pero estaré abierto para que puedan encontrar a un hermano, un amigo, un obispo, un pastor, como ustedes gusten”. Ojalá sepa pastorear a tanto descarrilado que hay en el ser humano, al que Dios pide ser perfecto como Él sólo lo es y sólo lo será.

isidro_bautista@hotmail.com