Isidro Bautista Soriano

Una vez presentados el primer informe de labores de los ayuntamientos y el de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, sería recomendable que quienes aspiren a ser candidatos a ediles y legisladores en 2024 comiencen a promoverse, si realmente quieren ganar.

Esto no significa que necesariamente anden casa por casa, colonia por colonia o localidad por localidad, sino que se movilicen de manera mediática.

Colosio, presidente municipal de Monterrey, parece moverse con ingeniería político-electoral sin que sea percibido como irresponsable al frente del ayuntamiento.

Con una bailadita de vallenato que se echó en un homenaje efectuado a Celso Piña cautivó sobremanera, y de inmediato volvió a encerrarse en su esfera municipal. En encuestas publicadas este año por diarios de la Ciudad de México ha aparecido en la preferencia, después, claro, de los presidenciables de Morena, para suceder en el cargo a López Obrador.

Los puestos públicos sirven para facilitar las cosas. ¿Hay alguien que no lo haya hecho o hay alguien que no lo haga? El PRI así lo hizo durante todas las décadas en que estuvo en el poder. Quienes actualmente los ocupen deben saberlo hacer, de tal forma que no resbalen.

Desde luego, y hay que admitirlo, en la mayoría de los casos, en todo el país esta situación ha variado. El triunfo no depende ni de la persona ni del partido, coalición o alianza, sino de la delincuencia organizada.

Aquí en Guerrero ha llegado a ocurrir el hecho de que el mismo crimen señala con el dedo diciéndole al pueblo sin ningún freno: éste es el bueno, y todos deberán votar por él. Y acecha amenazante las urnas con INE o sin INE, con policías o sin policías.

En Sinaloa este fin de semana hubo el festival 8 Music Fest a cielo abierto, en cuya pantalla principal estuvo el rostro inconfundible de El Chapo Guzmán sin que ninguna autoridad se atreviera a asomarse.

Aunque el voto es secreto, la gente, una vez advertida, volviendo al ejemplo de Guerrero, prefiere no arriesgarse, y lo deposita por quien le señalaron, y no hay impugnación ni administrativa ni judicial. Y el presidente municipal elegido o presidenta municipal elegida responde más a los intereses delictivos de quien lo impuso o la impuso que a los del pueblo.

Independientemente, pudiera darse el caso de que las precampañas o campañas legales, e incluso el proselitismo mediático fuera de éstas, sí cuenten para ganar, aunque ya en el cargo sean obligados a meterse en las redes criminales, a tal grado que cede todas las posiciones del ayuntamiento que éstas le indiquen.

La muestra más clara está en Iguala con lo sucedido a los normalistas: los primeros detenidos fueron policías municipales con sus superiores incluidos. Pareja, pues, fue la contaminación de sus filas.

La mejor forma de utilizar el cargo público para promover su imagen es hacer creer que lo desempeña con honradez o, dicho de otra forma: que es el menos peor o el menos corrompido, más ahora con lo visto en el Ejército mexicano relacionado con la masacre de los estudiantes.

La gente, obvio, se ha de preguntar: si en esas andan lo mismo el sargento, el subteniente, el capitán y hasta el comandante, pues ¿qué más se puede esperar?, o si eso ocurrió hace ocho años, pues ¿cómo estarán las cosas ahora?, o si eso ocurrió con la institución históricamente más respetada del país, pues ¿cómo estarán actualmente las demás?

El mismísimo secretario de la Defensa Nacional de Peña Nieto fue a parar a prisión en Estados Unidos, y puesto en México en libertad.

Y quienes deben ocuparse más en ganar ventaja son los oponentes de Morena, que se mantiene muy arriba en la preferencia, con AMLO en la cabeza. Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López se hallan encima de cualquier otro u otra.

En cualquier elección, podría ganar aquel aspirante o aquella aspirante que actúe como la guacamaya: ni sus alas vieron, como en el atletismo, para sobrevolar todos los obstáculos, y robarle los huevos al águila.