[breaking-news-wp]
Articulos El Guerrero 11 octubre, 2023 (Comentarios desactivados) (105)

Cuestiones de Peso

Detrás de los fenómenos naturales

Manuel Nava

El paso del fenómeno hidrometeorológico Max, vuelve a poner la asignatura pendiente que se tiene en materia de protección civil en Guerrero.

Los fenómenos naturales no matan gente; lo hacen las circunstancias y las personas.

Salvaguardar la vida es la tarea más importante de la protección civil. El objetivo es procurar el buen estado de “bienes, infraestructura, planta productiva y el medio ambiente” que nos rodea.

Para atender la vulnerabilidad ante fenómenos naturales se necesitan estrategias más integrales, pero también el perfeccionamiento de metodologías para entender en términos económicos, los daños y el “mercado” generado alrededor de las catástrofes.

Hay quienes se pronuncian por una protección civil más concentrada en la difusión de la cultura de la prevención y no en los presupuestos, pero sin recursos financieros, las acciones resultan de alcances muy limitados.

Para entender la economía de la protección civil, en caso de desastre, se movilizan herramientas, maquinaria, equipo de salvamento, grúas, etcétera. Hay una cadena de valor similar a la de cualquier otra industria.

Esa cadena de valor se extiende a lo largo de tres etapas: la prevención, la adaptación al tipo de amenaza que se tiene y la resiliencia (fase de superación de un desastre). En la primera, la economía se activa, por ejemplo, con la demanda de servicios de capacitación y equipo contra incendios; en la segunda, con el reforzamiento de las construcciones; y, en la tercera, con nueva infraestructura (tan sólo el sector construcción está vinculado a 37 ramas industriales, como las del cemento, vidrio y plástico).

Uno de los sectores que comienzan a beneficiarse de la economía de la protección civil, sobre todo a nivel macro, es el de los seguros. En 2006, México se convirtió en pionero en América Latina al emitir un bono de catástrofe (son emitidos por gobiernos o empresas de reaseguros) de 160 millones de dólares para cubrir los daños de un potencial terremoto (se desconoce cuánto recibirá México por este seguro).

Pero también se debe asegurar infraestructura y es muy costoso y pocos países recurren a ellos, por lo que la oferta es escasa, según el BID.

Cuestan hasta cuatro veces de lo que un país promedio está dispuesto a pagar por ellos. Estos seguros están pensados para dar solvencia a los negocios que se ven afectados después de un fenómeno natural.

Cada año, en el mundo, los desastres naturales llevan a 24 millones de personas a la pobreza; en México se trataría del 1.5 al 3 por ciento de esa cifra.

Pero también nos pega en la oferta de alimentos y por consecuencia en el encarecimiento de los mismos, por ejemplo, cuando el afectado resulta el cultivo, porque son miles de hectáreas afectadas, y ahí tenemos una reducción, o cuando le pega al ganado.

En las ciudades hace falta trabajar en un reforzamiento de la cultura de la prevención ante fenómenos naturales. Independientemente de que se necesita apoyar con un mayor presupuesto económico para este tipo de trabajos de prevención, también es necesario retomar los ejercicios como simulacros de evacuación de las familias que viven en las zonas que están consideradas como de riesgo, alto riesgo e inundables.

La situación de prevención por fenómenos naturales no sólo es un problema que se sufre en Acapulco, sino en otros municipios del estado de Guerrero y en otras ciudades y en otros países donde fenómenos como sismos y terremotos han dejado severos daños a la población.

Tan sólo en el caso de los sismos, el estado tiene el reporte de 10.28 movimientos telúricos diarios en promedio y se tiene el registro de un promedio diario en sismicidad del 10.28.