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Articulos El Guerrero 19 diciembre, 2023 (Comentarios desactivados) (50)

Cuestiones de peso 

Volver a estar bien 

Manuel Nava 

Transcurridos casi dos meses de que el huracán Otis devastara la ciudad de Acapulco, los esfuerzos por lograr la recuperación se intensifican, pero aún hacen falta las reconsideraciones necesarias para establecer una nueva normalidad. Se ha venido dando un debate en torno a los avances en el restablecimiento de la urbe. Las autoridades ponderan los logros mientras que otras voces hacen la suma contraria y cuestionan los resultados, enfatizan más las carencias y los errores, menospreciando los logros. En efecto, hace falta mucho por hacer, pero lo indiscutible es que Acapulco no es el mismo con cual amanecimos el 25 de octubre. Hay zonas que no están siendo lo suficientemente atendidas y problemas con la salud de algunos ciudadanos, pero no existe el escenario catastrófico que se vaticinó en aquel entonces. Hace falta mucho por superar y sobre todo por reconstruir a este destino emblemático del turismo nacional, como una urbe resiliente. La primera cuestión de peso es combatir la falta de planeación y de prevención que caracterizan a este país y ello no es producto de este régimen, es algo que se ha venido arrastrando por décadas. Se habla poco con visión de largo plazo. Otra cuestión de pesos es lo que se debe hacer para prevenir desastres naturales de esta magnitud, a sabiendas de que Otis podría ser sólo el telonero de huracanes que pegarán con mayor fuerza y que serán más difíciles de pronosticar ante el avance del cambio climático. Existen dos acciones que son básicas a raíz de lo sucedido. Primero, se necesita mejorar el sistema meteorológico en México. Desde 2016 se frenó la inversión para que nuestro sistema sea más sofisticado. Esto había pasado desapercibido, lo malo es que esta vez no fue capaz de levantar alertas de la magnitud de la catástrofe. Además, se necesita un sistema de protección civil sólido, con recursos suficientes y con las capacidades técnicas necesarias para proteger a la población de desastres naturales. Desafortunadamente, eso no es una prioridad. No lo fue tras los estragos causados por los huracanes Pauline, Gilberto y Wilma. Habría tenerlo como prioridad después de Otis, no sólo para Acapulco sino para el territorio nacional. Lo anterior es sólo un atisbo, en realidad se requiere de una agenda integral que contemple garantizar que las decisiones de corto plazo no comprometan las posibilidades futuras, involucrar a los diferentes actores, encabezar esfuerzos a nivel local, mejorar estándares a nivel nacional e incrementar la transparencia y la rendición de cuentas en las acciones de reconstrucción para generar confianza. Es necesario aterrizar políticas efectivas de prevención ante desastres naturales. La existencia de mecanismos confiables para evitar muertes y destrucción masiva en Acapulco o en otras zonas del país ante patrones climáticos cada vez más inciertos. Sobre todo, las políticas trazadas no deben de cambiar entre una administración a otra por diferencias ideológicas. Se trata de políticas públicas y no partidistas. Es un lugar común decir que Otis es una advertencia del comportamiento que tendrán ese tipo de fenómenos. Pero, también lo fue Pauline. Estamos más que advertidos.