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Articulos El Guerrero 21 diciembre, 2023 (Comentarios desactivados) (48)

Aquí vivimos 

Sergio Lugo 

Ayer murió Cristina Pacheco, un ejemplo de buen periodismo. Yo miraba su programa Aquí nos tocó vivir, y sus entrevistas en Conversando con, en el Canal 11, y también la leía en su columna Mar de historias, de La Jornada. Fue esposa de José Emilio Pacheco, de ahí que se puso el apellido. Fue una periodista que siempre estuvo dándole voz a la gente de abajo, a la olvidada; recuerdo cuando hace tiempo, Cristina en su programa de televisión, se subió a un microbús allá por Ciudad Nezahualcóyotl, e iba entrevistando a los pasajeros (eso no lo hubiera hecho Leo Zuckermann, periodista neoliberal que admira a Milei); Neza es una ciudad que todos tienen como peligrosa y con gente violenta, pero ahí andaba Cristina, reafirmando que ahí en ese México profundo, nos tocó nacer y vivir. En La Jornada, a veces en su contraportada, aparecerían sus crónicas, bien elaboradas, dejando muestra que Cristina era buena para hablar y también para escribir, y contar historias de ambas formas. A mí que me gusta escribir, aprendí de ella, porque ahora, muchos se dicen periodistas porque transmiten en vivo desde Facebook, y no les importan los lectores, sino los “me gusta”, es más, esos influencers no saben ni redactar. En su programa de Canal 11 cuando realizaba entrevistas, siempre era una periodista ejemplar, sin confrontar, dejando que hablara y se explayara el invitado, con una voz mesurada, y que cuando mandaba a comerciales, lo hacía con música tipo jazz con un saxofón. Por ejemplo, recuerdo cuando entrevistó, en 2019, a mi amigo Juan Carlos Laguna, concertista de música clásica de Bellas Artes, quien tocó su guitarra ahí en el programa, demostrando que en la televisión había espacio para la cultura. En contraste, un ejemplo de periodismo sicario, es Alfredo Jalife, de origen libanés, quien se dice de la 4T, pero siempre está calumniando a varios políticos de izquierda, como a Claudia Sheinbaum, Martí Batres, Citlalli Hernández, Pedro Salmerón, Paco Taibo y a Tatiana Clouthier, entre otros. Jalife es un gran analista geopolítico en el área internacional, pero en el ámbito político nacional, tiende a mentir y a denostar; por ejemplo, con la hija de Maquío, aseguró que ella vendió el litio mexicano a los extranjeros, sin presentar ninguna prueba, es por eso, que ella, hace un año lo demandó en Nuevo León. Jalife odia a Sheinbaum, por su origen judío, dice que es enemiga de los católicos. Infiere que es “infanticida”, porque se cayó el colegio Rébsamen, durante el sismo de 2017, y Claudia era la delegada de Tlalpan, pero quien dio los permisos de construcción fue la delegada anterior a ella. Jalife inventa que Sheinbaum es “globalista” pero no reconoce que ella defendió Pemex en contra de su privatización, con el movimiento de AMLO. Claudia es anti neoliberal. Jalife llegó al límite al escribir que Sheinbaum “se acostaba con el enemigo”, insinuando algo sexual. En la campaña interna apoyó a Adán Augusto, y en segundo lugar al salinista Ebrard, donde mostró su machismo al siempre resaltar la belleza de su esposa Rosalinda Bueso, pues él quería que “la plazeara” para ganar rating. De Fernández Noroña inventa que es empleado de Televisa, cuando el diputado ha sido de los más radicales de la izquierda. De Taibo le dice que es “jacobino”, por sus posiciones también radicales, y a su amigo Pedro Salmerón, le aduce su alcoholismo, pero no reconoce que es de los mejores historiadores. A Martí le dice “Buitres” sin ningún argumento. Pero está demostrado que la verdadera izquierda y en Morena, ven a Jalife como un loco misógino, por eso AMLO nunca permitió que estuviera ni en su gabinete ni en el partido desde 2018.